lunes, 12 de mayo de 2008





Dulces Nadas

El pasado 25 de abril conocíamos el veredicto final de los Premios Internacionales de Fotografia Sony. La inglesa Vanessa Winship ganó esta vez el título de Fotógrafo del Año de la primera edición de los SWPA celebrados en Cannes. Anteriormente, la fotógrafa de la Agencia VU también se hizo con el primer primer premio del World Press Photo 2008 en la categoria de retrato. Ambos le han sido otorgados como reconocimiento a su obra Dulces Nadas (Sweet Nothings), una serie de imágenes realizadas en blanco y negro en un colegio de una zona rural de la Turquía del este.

Su vida en el país de la media luna durante casi cuatro años fue lo que le impulsó a realizar estos retratos. Para Winship, Turquía es un lugar muy complejo donde aparentemente abundaban los clichés fotográficos. Para realizar alguna cosa que pudiera ser más significativa tuvo que pasar mucho tiempo conociendo esa tierra.

Viajando a través del país fue como se fijó en un detalle que le resultaba muy familiar: las niñas vestidas en bata azul . Un detalle igual en todas las comunidades rurales, países y ciudades. El hecho de saber que las niñas de esa comunidad podían ir al colegio, es lo que también le llamó a realizar estas fotografías. Y es que, a día de hoy, muchas no tienen la oportunidad de acceder a la enseñanza en la Turquía oriental. Vanessa Winship atribuye este fenómeno social a factores muy complejos: la situación económica, el conflicto existente en la región y los valores tradicionales presentes en la sociedad turca.

Ocurrieron muchas cosas durante la realización de ese reportaje: era notable la seriedad y solemnidad del aspecto exterior con la que las niñas acogían el instante de ponerse delante de la cámara. También eran notables una fragilidad y una simplicidad que a su vez, se convertia en algo gracioso. Pero si algo llamó especialmente su atención fue su absoluta espontaniedad y la predisposición con la que afrontaron esa serie de fotografías. Winship llegó a sentirse identificada con la inocencia de esas niñas, sin olvidar que ella también ha vivido en el campo. Desde el punto de vista personal, yo también vengo de una zona rural, obviamente distinta a ésta, pero no deja de ser rural.

Winship, se convierte así en una fotoperiodista contemporánea reconocida por reflejar la situación socioeconómica en la que se ven sometidos otros países de nuestro mundo. Supongo que el tema de la enseñanza ha sido algo importante para que eligieran mi trabajo. También el hecho de que mis imágenes fueran realizadas de un modo algo distinto a las que se habían presentado al concurso. Se trata de retratos enteramente realizados con una máquina fotográfica a grande formato. Probablemente destaquen por su aspecto formal, además de la repetición de hábitos y la estructura de la distancia en la que han sido tomadas. Pero sin duda alguna, la ternura que se desprende de cada una de sus fotos, han sido el factor esencial para provocar en el espectador una empatía hacia sus Dulces Nadas.

domingo, 11 de mayo de 2008

Miles Aldridge y la fotografía de moda:
¿arte o pura estética?

Resulta difícil hablar de la fotografía de moda desde la vertiente artística. El marcado esteticismo presente en ésta casi siempre termina por sobreponerse a todo tipo de simbolismos, significados y formas de expresión artística Las últimas tendencias en ropa y peinado, además de unos cuerpos y unas caras sujetos a un perfeccionismo sin límites, suelen ser el motivo principal de la fotografía de moda. Pocos profesionales, dentro de esta especialidad, han sabido dotar sus retratos de un estilo propio e inconfundible que traspasen esa frontera de lo meramente superficial.

El fotógrafo londinense Miles Aldridge es un ejemplo de ello. Nacido en 1964 y esposo de la modelo Kirsten McMenamy, su trabajo en cotizadas revistas como Vogue Italia y l’Uomo Vogue lo convirtieron en uno de los fotógrafos más consagrados en el mundo de la moda.

Un ojo negro escrupulosamente maquillado, unos labios gruesos y perfectos que pierden su contorno al quedar despintados por un extremo, una mano fina y elegante… Con un estilo muy propio Aldridge resalta el más insignificante detalle de cada una de estas partes del cuerpo. Este destacado estilo del que hablamos reside en la capacidad del autor de crear atmósferas llenas de fantasía, rozando al surrealismo y que envuelven al icono central de la imagen. Los personajes presentes en sus retratos padecen un estado de alienación permanente. Sus miradas quedan perdidas en el horizonte. Y si no es así, cuando sus ojos se redireccionan sutilmente hacia el objetivo de la cámara lo hacen con un posado serio y sarcástico, sin buscar especialmente la proximidad con el espectador.

Temas como la muerte y la sexualidad son los que más destacan en el repertorio fotográfico del autor londinense. Pero no en todas ellas poseen una única intencionalidad de expresión de ideas: Aldridge deja a manos de su público la reconstrucción de la historia que nace de cada una de sus imágenes. Unas imágenes nada inocentes que nunca dejan de sorprender por su ironía así como también por su composición estética. Además de contar con la presencia de modelos con vestidos y peinados elegantes y ostentosos, la variedad de escenas, encuadres, composiciones y sobretodo, de colores, son lo que también enriquecen la vertiente visual de sus retratos. La búsqueda del contraste cromático está presente en casi todas ellas. Una apuesta estética que da un toque muy llamativo y único a toda la obra de Miles Aldridge.