domingo, 11 de mayo de 2008

Miles Aldridge y la fotografía de moda:
¿arte o pura estética?

Resulta difícil hablar de la fotografía de moda desde la vertiente artística. El marcado esteticismo presente en ésta casi siempre termina por sobreponerse a todo tipo de simbolismos, significados y formas de expresión artística Las últimas tendencias en ropa y peinado, además de unos cuerpos y unas caras sujetos a un perfeccionismo sin límites, suelen ser el motivo principal de la fotografía de moda. Pocos profesionales, dentro de esta especialidad, han sabido dotar sus retratos de un estilo propio e inconfundible que traspasen esa frontera de lo meramente superficial.

El fotógrafo londinense Miles Aldridge es un ejemplo de ello. Nacido en 1964 y esposo de la modelo Kirsten McMenamy, su trabajo en cotizadas revistas como Vogue Italia y l’Uomo Vogue lo convirtieron en uno de los fotógrafos más consagrados en el mundo de la moda.

Un ojo negro escrupulosamente maquillado, unos labios gruesos y perfectos que pierden su contorno al quedar despintados por un extremo, una mano fina y elegante… Con un estilo muy propio Aldridge resalta el más insignificante detalle de cada una de estas partes del cuerpo. Este destacado estilo del que hablamos reside en la capacidad del autor de crear atmósferas llenas de fantasía, rozando al surrealismo y que envuelven al icono central de la imagen. Los personajes presentes en sus retratos padecen un estado de alienación permanente. Sus miradas quedan perdidas en el horizonte. Y si no es así, cuando sus ojos se redireccionan sutilmente hacia el objetivo de la cámara lo hacen con un posado serio y sarcástico, sin buscar especialmente la proximidad con el espectador.

Temas como la muerte y la sexualidad son los que más destacan en el repertorio fotográfico del autor londinense. Pero no en todas ellas poseen una única intencionalidad de expresión de ideas: Aldridge deja a manos de su público la reconstrucción de la historia que nace de cada una de sus imágenes. Unas imágenes nada inocentes que nunca dejan de sorprender por su ironía así como también por su composición estética. Además de contar con la presencia de modelos con vestidos y peinados elegantes y ostentosos, la variedad de escenas, encuadres, composiciones y sobretodo, de colores, son lo que también enriquecen la vertiente visual de sus retratos. La búsqueda del contraste cromático está presente en casi todas ellas. Una apuesta estética que da un toque muy llamativo y único a toda la obra de Miles Aldridge.

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