viernes, 28 de marzo de 2008





Fotoperiodismo de guerra: una mirada hacia la fotografía de Robert Capa


El pasado mes de enero de 2008 la actualidad informativa nos sorprendía con la aparición en México de acerca de 3.000 fotografías de la Guerra Civil Española hechas por Robert Capa (Ver foto 1). El fotógrafo las dejó en París tras huir de la invasión nazi en 1939 y en 1940, los negativos caerían en manos del general mexicano Francisco Javier Aguilar González. Setenta años después, gracias a la cineasta Tirsha Ziff, han sido encontradas las tres cajas repletas de fotografías, que el mismo Robert Capa daba por extraviadas antes de morir. Actualmente este valioso archivo histórico se encuentra en el Centro Internacional de Fotografía de Midtown Manhattan, que fue fundado por el hermano de Capa.

A través del objetivo de Robert Capa (Hungría 1913- Vietnam 1954) –que responde al nombre real de Ernest Andrei Friedman- hoy podemos ver lo cruenta que llegó a ser la Guerra Civil Española. No es un fotógrafo artístico. Pero siempre mantuvo una técnica profesional, buscando buenas composiciones en cada una de sus fotografías. Su objetivo máximo no fue realzar lo estético. Trabajaba en la inmediatez, buscando momentos fugaces e irrepetibles que Capa supo captar en escenarios tan sanguinarios y arriesgados como los de una guerra. Puso en peligro su vida en numerosas ocasiones, pero nunca quiso renunciar a explicar los hechos que estaban acaeciendo en su época. Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es por que no estás lo suficientemente cerca, decía Capa. La obsesión por retratar de cerca escenas de alto riesgo sería lo que en 1954 acabaría con su vida al pisar una mina mientras se encontraba en Vietnam.

A pesar de su tarea como fotodocumentalista en que trabajaría bajo la presión de captar un instante muy concreto dentro de la sucesión de diversos hechos, y en escenarios rápidos, donde la acción estaba presente, utilizó recursos como el barrido (Ver foto 2: una mujer y un perro huyendo de los bombardeos de Barcelona, en 1939) y contrapicados para exaltar las figuras (Ver foto 3, Israel, 1950). Sus fotografías de guerra estarían marcadas por su movilidad, y su capacidad de deslizarse para crear en sus instantáneas diversos efectos y puntos de vista.
Retrataría la cruel realidad de la muerte presente en el frente de lucha entre los republicanos y los nacionales con gran precisión. En este tipo de fotografías habría un movimiento nulo, todo permanecía estático: cuerpos de combatientes ya muertos, tirados en el suelo. Y sería así hasta la aparición de Muerte de un Miliciano (Ver foto 4: disparo), una de las fotografías de Capa captada en 1936 y que ha dado la vuelta al mundo, siendo cuestionada su veracidad. En esta fotografía aparece el instante preciso en que el miliciano está a punto de caer al suelo tras ser disparado. La dificultad de toma de la fotografía es lo que ha llevado a cuestionar si es real o se trata de un simple montaje de Capa. Lo cierto es que en 1996 se pudo reconocer la identidad del sujeto presente en la fotografía: se trataba de Federico Borrell García, un republicano de Alcoy que murió luchando en el Frente. Diversos estudios científicos estipularon durante años que por la postura de los músculos del miliciano, era muy difícil que fuera real. Otras investigaciones cuentan que la foto fue tomada durante la mañana del 5 de septiembre de 1936, como un acto premonitorio del que Capa quedó marcado, dado que según esta teoría, el miliciano murió disparado la tarde de ese mismo día.

Lo que resulta incuestionable es que Robert Capa fue de los primeros fotoperiodistas. Un hombre temerario, que supo contar con precisión y realismo, las historias que marcaron su época. En esos tiempos, marcados por determinadas circunstancias políticas, no se pudieron sacar a la luz muchas de sus fotografías. Unas fotografías que hoy, afortunadamente, podemos contemplar no tan sólo con una mirada artística, sino también con una perspectiva de meros testigos de nuestro pasado.

No hay comentarios: